LOS GÉNEROS LITERARIOS
Se denomina género
literario a cada una de las clases en que se dividen los textos literarios,
escritos por los autores con una finalidad determinada. Cada género literario
comprende, a su vez, otros subgéneros literarios.
Cada género tiene sus
rasgos característicos:
1.
Género
lírico: Se usa para expresar
sentimientos y para ello, emplea generalmente el verso.
2.
Género
narrativo: Se utiliza para presentar
historias realizadas por personajes que pueden intervenir mediante el diálogo.
El narrador cuenta la historia y para ello puede utilizar distintas formas de
elocución, esto es, la narración, la descripción, la exposición o la
argumentación.
3.
Género
dramático: Es aquél destinado a ser
representado ante unos espectadores. Los personajes intervienen sin la
mediación de ningún narrador, siguiendo las indicaciones sobre vestuario,
gestos, movimientos, etc. que contienen las acotaciones del texto teatral.
1.- EL GÉNERO LÍRICO
Este género literario se caracteriza por la
subjetividad, es decir, el poeta nos ofrece una parte de su pensamiento, de su
interior, de su visión de la realidad.
La mayor parte de los poemas están escritos en
verso, aunque ésta no es una característica exclusiva de la poesía. La
expresión de la emotividad del poeta se puede llevar a cabo a través de unos
vehículos de expresión, como la prosa poética. En este tipo de escritos el
autor prescinde del verso, aunque siga manteniendo todos los rasgos de la
poesía: subjetividad, expresión sentimental, utilización de un gran número de
recursos literarios, cuidado formal y estético…
1.1.-
CARACTERÍSTICAS:
·
Introspección
y expresión de los sentimientos
·
Ausencia
de narración
·
Gran
acumulación de imágenes y elementos con valor simbólico
·
La
mayoría de los poemas liricos se caracterizan por su brevedad: no es frecuente
que sobrepasen los cien versos
·
Debido a
esa brevedad, hallamos una mayor concentración y densidad que el resto de
géneros literarios
·
La poesía lírica,
al ser eminentemente subjetiva y estar expresada, con gran frecuencia, en
primera persona, se convierte así en un relato autobiográfico, aunque no hemos
de confundir el yo del poema con el autor que hay detrás, ya que puede estar
expresando unos sentimientos que no siente en realidad, con lo que el poema no
sería más que un ejercicio estético.
·
Los poemas suelen
ajustarse a unas formas formales que los caracterizan: versos, estrofas, ritmo,
rima, englobadas todas ellas bajo la denominación de métrica. Además con el fin
de lograr un discurso lo más bello posible, los autores se valen de los
recursos literarios o estilísticos.
LA MÉTRICA
La métrica es la disciplina
literaria que se ocupa de la medida de los versos, de su estructura, de sus
clases, y de las distintas combinaciones que pueden formarse con ellos, es decir,
trata de establecer las normas de versificación; versos, rima, ritmo, estrofas.
En la poesía actual es
frecuente encontrar poema que no se acomodan a ningún tipo de esquema métrico y
que están más cercanos a la prosa poética que a la poesía. Aun así, la mayor
parte de nuestra poesía se encuentra regulada con más o menos rigurosidad por
la métrica.
EL VERSO
Entendemos por verso un
conjunto de palabras sometidas a ritmo y cadencia en relación con otros versos.
Suele presentar pausas, acentos y rima, aunque estas características no son
generales. Desde un punto de vista más práctico, cada una de las líneas que
forman un poema pueden ser denominadas versos. Los versos se clasifican según
el número de silabas con que cuentan. Así los versos formados por ocho o menos
silabas son denominados versos de arte menor, mientras que los versos
compuestos por nueve o más silabas son versos de arte mayor. Los versos que no
cuentan con rima ni con uniformidad en el cómputo silábico se denominan versos
libres.
EL RITMO
El ritmo, tanto musical como
poético, consiste en repetir un fenómeno de manera regular con la finalidad de
producir un efecto unitario y reiterado. En español, el ritmo poético se debe a
los siguientes factores:
- La medida: repetición del
número de sílabas en los versos que forman un poema
- Los acentos: la fuerza
espiratoria se reparte sobre las mismas sílabas en cada uno de los versos.
- Las pausas: los descansos
en la lectura, convenientemente repartidos, contribuyen a dar uniformidad al
poema.
- La rima: consiste en la
repetición de los sonidos que aparecen al final de cada verso.
LA RIMA
La rima es la repetición de
los sonidos que cierra cado uno de los versos que componen un poema. Esta
repetición puede ser de dos tipos:
- Asonante: cuando desde la
última vocal acentuada sólo se repiten los sonidos vocálicos.
- Consonante: cuando desde la
última vocal acentuada se repiten todos los sonidos, tanto vocálicos como
consonánticos.
LOS RECURSOS ESTILÍSTICOS O
LITERARIOS
Por medio de estos artificios
retóricos el escritor intenta llamar la atención del lector gracias a su
belleza, ingenio, sensibilidad, dificultad, ritmo o trabazón. La utilización de
recursos literarios aleja la lengua poética de la lengua cotidiana,
embelleciéndola y estilizándola. Con ellos, el poema puede tener dos niveles de
análisis: interno (relativo al tema que se trata) o externo (unión de recursos
métricos y recursos estilísticos). Existe un gran número de recursos
estilísticos, aunque a continuación ofrecemos solo los más frecuentes:
RECURSOS LITERARIOS
RELACIONADOS CON EL NIVEL FÓNICO
- Aliteración: repetición de sonidos, sobre todo consonánticos, a lo
largo de un verso o de una estrofa. Con este recurso, el autor intenta recordar
el significado de lo que está expresando por medio del sonido repetido: “Con el
ala aleve del buen abanico” (Rubén Darío).
- Onomatopeya: imitación de sonidos reales. Es un recurso muy
utilizado en el lenguaje de los tebeos: ¡boom! ¡zas! ¡pío pío! ¡guau guau!
- Paranomasia: utilización de palabras de sonido parecido, aunque con
distinto significado: “como tontos, como tantos, como todos” (Gabriel Celaya).
RECURSOS LITERARIOS DEL NIVEL
MORFOSINTÁCTICO
- Epíteto: suelen ser adjetivos que destacan una cualidad de un
sustantivo que es suficientemente conocida y aceptada: la verde hierba, la
blanca nieve.
- Pleonasmo: insistencia innecesaria para dejar claro que el sentido
de una oración o verso suele ser muy corriente en el habla coloquial: lo vi con
mis propios ojos.
- Elipsis:
supresión de algunos elementos en un verso ya que quedan sobreentendidos. Este
recurso dota al poema de rapidez, brevedad y concisión: “por una mirada, un
mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… ¡yo no sé qué te diera por un
beso!” (Bécquer)
- Hipérbaton:
alteración del orden lógico de las palabras de un enunciado oracional:
“Volverán las oscuras golondrinas de tu balcón a sus nidos a colgar” (Bécquer)
- Polisíndeton: utilización de más conjunciones de las que son
necesarias. Dota al verso de lentitud y solemnidad:” alguien barre/ y canta/ y
barre/- zuecos de madrugada” (Rafael Alberti)
- Asíndeton: omisión de las conjunciones que son necesaria en un
verso. Dota al verso de rapidez: “Para la libertad, sangro, lucho, pervivo”
(Miguel Hernández)
- Anáfora: repetición de una o más palabras al principio de varios
versos: ¿Por qué fue desterrada la azucena, por qué la alondra se quedó sin
vuelo, por qué el aire de mayo se hizo pena bajo la dura soledad del cielo?
(Rafael Morales)
- Paralelismo: repetición de una misma estructura gramatical en un
verso o en varios: la paz de su hora sola me daba la claridad. La gloria de su
amor solo colmaba mi soledad (Juan Ramón Jiménez).
RECURSOS LITERARIOS BASADOS
EN EL NIVEL LÉXICO-SEMÁNTICO
- Metáfora: consiste en nombrar una cosa con el nombre de otra a
causa de su semejanza, real o ficticia. Aquello que estamos comparando se
denomina “término real”, y aquello con lo que compramos “término imaginario”:
“Todas las casas son ojos / que resplandecen y acechan” (Miguel Hernández)
- Metonimia: se trata de nombrar un objeto con el nombre de otro,
como los dos recursos anteriores, aunque en este caso no por razones de
semejanza, sino por proximidad física o significativa (el cuello de la camisa;
los pies de la cama; beberse una copa; comerse tres platos; el trompeta- en una
banda de música-; el espada- en una corrida de toros.
- Hipérbole: exageración, amplificación: “tanto dolor se agrupa en mi
costado, / que por doler me duele hasta el aliento” (Miguel Hernández)
- Personificación o prosopopeya: atribución de cualidades humanas a
seres animados o inanimados: “las cárceles se arrastran por la humedad del
mundo, / buscan a un hombre buscan a un pueblo, lo persiguen
- Ironía: expresión de lo contrario de lo que en realidad se piensa.
Habitualmente este recurso suele ir acompañado por un tono burlesco o
desenfadado. Cuando la ironía se vuelve insultante y agresiva se convierte en
sarcasmo. Es muy frecuente en el habla coloquial: ¡huy que frio! ( a 40º)
1.2 SUBGÉNEROS:
Subgéneros literarios
Llamamos subgéneros literarios a cada uno de los tipos de textos que se
incluyen en los anteriores géneros señalados, caracterizados porque todos
tienen rasgos comunes del género al que pertenecen. Los principales subgéneros
son los siguientes:
A. CANCIÓN:
poema de tema amoroso.
B. ELEGÍA:
poema en el que se llora la muerte de un ser querido.
C. ODA: poema
que trata un tema serio y elevado.
D. SÁTIRA:
poema utilizado para ridiculizar a alguien o a algo.
E. ÉGLOGA:
poema extenso con temas de la naturaleza y ambiente pastoril.
F. LETRILLA: Poema breve, gracioso, de contenido burlesco,
amatorio o religioso. Suele contar con un estribillo que le da unidad y ritmo.
G.
EPÍSTOLA: Se
trata de una carta en verso que el poeta dirige a un amigo. Puede ser de tema
variado, aunque predomina la reflexión moral.
2.- EL GÉNERO NARRATIVO
1.2.- Elementos de la narración
1.2.1.- El punto de vista
El narrador es el sujeto que,
desde un punto de visto concreto, cuenta los hechos de la historia, presenta a
los personajes, los sitúa en un espacio y tiempo determinados, observa los
hechos que le rodean y muestra su forma de pensar y su forma de comportarse. La
manera de contarlo todo es importante para la comprensión de la historia.
Entre los distintos tipos de
narrador, señalamos los siguientes:
Narrador en 1ª persona: Cuando quien cuenta lo hechos participa en la
historia que cuenta. Distinguimos dos clases:
·
Narrador-protagonista: La historia la narra el personaje principal.
·
Narrador-personaje secundario: Narra la historia un personaje secundario, que
participa en la historia pero no es el protagonista.
Narrador en 2ª persona: Cuando el narrador cuenta los hechos a un tú que a
veces puede ser él mismo, de tal manera que se desdobla. Es una técnica que
aparece en la novela contemporánea.
Narrador en 3ª persona: Cuando quien cuenta la historia está fuera de ella.
Encontramos aquí, también, dos clases:
·
Narrador objetivo: El narrador es un mero testigo de los hechos y se limita a narrar
aquello que ve, sin poder entrar en el interior de los personajes.
·
Narrador omnisciente: El narrador describe lo que los personajes ven, sienten o piensan. Lo
conoce todo sobre el personaje.
1.2.2.- La acción
La acción está formada por todos los
acontecimientos y situaciones que componen una historia. Dichos acontecimientos
se pueden organizar en núcleos con cierta autonomía, llamados episodios.
El conjunto de
acontecimientos y hechos de la historia se denomina también argumento. La forma
de organizar dichos acontecimientos se denomina trama.
1.2.3.- Los personajes
Los personajes son aquéllos
que realizan las acciones que relata el narrador.
Por su importancia en el
desarrollo de dicha acción, los personajes pueden ser principales o secundarios. Dentro de los principales se encuentra
el protagonista, que es el personaje
más importante de todos. A su oponente se le denomina antagonista.
La caracterización de los
personajes se puede realizar de diversas maneras:
Por caracterización directa: El narrador, el mismo personaje u otro personaje,
bien en bloque, bien gradualmente, describen directamente el físico, el
carácter o cualquier otro dato del personaje.
Por caracterización indirecta: El personaje va siendo conocido por el lector
mediante sus reacciones, su forma de hablar, sus actuaciones, etc., sin que
nadie lo describa.
1.2.4.- La estructura
Los elementos de la narración
se organizan para forma un todo interrelacionado. De manera general,
distinguiremos tres partes en una narración:
Planteamiento:
Es la parte inicial del relato donde se proporciona la información necesaria
para que se desencadene la acción posterior.
Nudo: Es el
momento de mayor complejidad de la historia y donde se continúa lo iniciado en
el planteamiento.
Desenlace:
Es el episodio final en el que se resuelve o finalizan los conflictos. A veces
el final puede quedar abierto.
1.2.5.- El tiempo
El tiempo es el elemento de
la narración que tiene en cuenta la duración, sucesión y ordenación en que se
producen los distintos acontecimientos.
La duración del tiempo puede
ser diverso: varios años, un día, unas horas...:
·
El tiempo es largo cuando se presenta un período de
tiempo muy amplio, muchas veces de años.
·
El tiempo es corto cuando lo narrado ocupa pocas
horas.
El orden temporal de los acontecimientos puede presentarse de diversas maneras:
·
Desarrollo lineal: Los hechos se presentan con el orden cronológico en que se
produjeron.
·
In media res:
La narración se inicia en un punto intermedio de la historia y se van relatando
hechos anteriores y posteriores.
·
Flash-back:
La narración empieza por el final y retrocede al pasado.
·
Flash-forward: La
narración empieza por el pasado y salta al futuro.
De acuerdo a la percepción que se tiene del tiempo,
éste será:
·
Tiempo objetivo:
Es el tiempo que se puede medir por el reloj: horas, días...
·
Tiempo subjetivo: Es la percepción que se tiene del paso del tiempo; a veces, una hora
se hace interminable.
En cuanto al ritmo de la historia, es decir, la
relación entre lo narrado y la forma de narrarlo, podemos hablar de:
·
Ritmo rápido:
cuando los hechos o acontecimientos se suceden con rapidez y abundancia.
·
Ritmo lento:
cuando la narración se demora en descripciones y reflexiones, de tal modo que
los acontecimientos son escasos.
1.2.6.- El espacio
El espacio es el componente
narrativo que se refiere al lugar en el que se desarrolla la acción y por el
que se mueven los personajes. Puede haber espacios urbanos, rurales, domésticos,
idealizados...
El tratamiento del espacio
puede ser diverso:
·
Cuando las indicaciones
espaciales son mínimas.
·
Cuando el espacio
cobra una especial importancia en la narración, dado que está muy relacionado
con la evolución del personaje (por ejemplo, en los libros de viaje).
·
Cuando el espacio
físico determina la historia y se convierte en un personaje más (por ejemplo,
la selva, el Oeste, la ciudad, etc.).
En relación con la realidad
puede ser:
·
Espacio real:
Corresponde con lugares auténticos e identificables.
·
Espacio imaginario: No existe en la realidad pero ha sido creado a partir de lugares
similares de la realidad. Aunque no es auténtico, contiene elementos reales o
posibles (por ejemplo, Vetusta, en La Regenta, de Clarín).
·
Espacio fantástico: No existe ni tiene relación con espacios reales (por ejemplo, los
lugares de las novela de ciencia-ficción).
·
1.3.- Estilo directo y estilo indirecto en la
narración
El diálogo entre los
personajes aparece con frecuencia en los textos narrativos. La forma de
introducir dicho diálogo puede hacerse de acuerdo a los siguientes
procedimientos:
·
Estilo directo:
Cuando los personajes hablan directamente y, por tanto, se transcriben
literalmente sus palabras, introducidas por un guión y aclaradas, a veces, por
el narrador mediante un verbo de lengua –decir, responder, aclarar, etc...-
«-No
sirvo para nada –decía aquel hombre con el gesto abatido.»
·
Estilo indirecto: Cuando las palabras del personaje no son transcritas literalmente,
sino que mediante una oración subordinada dependen de un verbo de lengua y son
modificadas, adaptándolas a las coordenadas temporales del narrador:
«Aquel
hombre, con el gesto abatido, decía que no servía para nada.»
1.4.- Tipos de elocución en la narración
Tipos de elocución
Cuando nos expresamos por
escrito, podemos hacerlo utilizando las siguientes formas de elocución:
·
Narración: Para
contar hechos.
·
Diálogo: Para
reflejar las palabras que los interlocutores pronuncian en una conversación.
·
Descripción: Para
expresar cómo es algo.
·
Exposición: Para
presentar nuestras ideas.
·
Argumentación: Para
defender, razonándolas, nuestras ideas.
La narración puede contener,
además del que le es propio, los otros tipos de elocución existentes, esto es,
puede incluir el diálogo entre los personajes, pasajes descriptivos o diversas
reflexiones en las cuales puede utilizarse la exposición y argumentación de
ideas.
A. Cuento: narración
breve con pocos personajes y con el tiempo y espacio escasamente
desarrollados.
B. Novela: narración
más extensa y compleja que el cuento donde aparece una trama complicada o
intensa, personajes sólidamente trazados, ambientes descritos
pormenorizadamente, con lo que se crea un mundo autónomo e imaginario.
C. Poema épico:
Relata las hazañas heroicas con el propósito de glorificar a una patria. Por
ejemplo, La Eneida, de Virgilio.
D. Cantar de gesta:
Poema escrito para ensalzar a un héroe. Por ejemplo, el Poema de Mío
Cid.
E. Romance:
Poema épico-lírico usado para narrar hazañas o hechos de armas.
3.- EL TEATRO
3.1.- CARACTERÍSTICAS DEL
TEATRO COMO GÉNERO LITERARIO
Según el
DRAE, la dramática es el “género literario al que pertenecen las obras
destinadas a la representación escénica, cuyo argumento se desarrolla de modo
exclusivo mediante la acción y el lenguaje directo de los personajes, por lo
común dialogado”. A diferencia de la narrativa, el teatro tiene que
contar una historia en un lapso no demasiado largo, y además debe hacerlo
manteniendo vivo el interés del público. Por ello, en el teatro prima sobre
todo la acción, el conflicto, expresado a través de la palabra y el gesto de
los personajes. El drama combina palabra y elementos espectaculares.
El teatro es,
pues, una manifestación artística compleja, suma de texto literario y elementos
escénicos. Así, aunque el teatro pueda ser leído, el único lugar en el que el
drama existe plenamente es en el escenario teatral. El teatro
conjuga texto y espectáculo, y ambas facetas son
estudiadas. La parte literaria suele designarse con el término dramaturgia;
los elementos relativos a la puesta en escena se engloban bajo el concepto
de escenificación.
3.2.- LA ACCIÓN
TEATRAL
La acción teatral viene determinada por tres elementos
básicos: la palabra, el tiempo y los personajes.
3.2.1.- La palabra
En el
teatro, toda la acción verbal del drama es dialéctica, es decir,
dialogada. Presenta un conflicto, una tensión entre los personajes que se
resuelve con las limitaciones del espacio y del derroche del diálogo,
redundando en una mayor intensidad y carga significativa.
Existen
varias formas de organizar y presentar la palabra en la escena. La más habitual
es el diálogo entre dos personajes. Por lo general, un
diálogo de intervenciones breves y encadenadas suscitará en el espectador mayor
sensación de dinamismo, mientras que las intervenciones más extensas suelen
desacelerar la escena y aportan mayor información y reflexión.
Un recurso
teatral típico es el monólogo, el parlamento que un
personaje pronuncia para sí mismo, sin más testigos que el público. El más
famoso monólogo teatral es el de Segismundo en La vida es sueño de
Calderón de la Barca. El monólogo resulta un modo eficaz de presentar los
pensamientos y sentimientos de un personaje concreto, una forma de definir con
rapidez y efectividad su caracterización.
Otro
recurso dramático de gran rendimiento es el aparte, es
decir, las palabras que un personaje dice para el público aparentando que otros
personajes que están en escena no lo oyen.
3.2.2.- El tiempo
Una
diferencia fundamental entre el drama y la narración estriba en el tratamiento
dado al tiempo. El tiempo teatral es siempre un tiempo concentrado porque
la representación transcurre en un tiempo real, ante los ojos del espectador.
La misma
compartimentación de la obra teatral en actos (o
jornadas, como también se los llamaba en el Siglo de Oro) es una forma de
ordenar y facilitar el paso del tiempo. Cada acto tiende a suceder a lo largo
de un tiempo lineal. Entre el final de un acto y el inicio de otro suele transcurrir
un lapso temporal; ese tiempo que no se representa resulta imprescindible para
el avance de la acción.
El número de
actos de las obras teatrales ha variado a lo largo de la historia. La
preceptiva clásica prefería los cinco actos, mientras que el teatro áureo
español tendió masivamente a las tres jornadas que repartían la acción en:
presentación, nudo y desenlace.
Este elemento
nos lleva a las unidades clásicas: la concentración temporal y
espacial del teatro, el hecho de que la obra deba transcurrir ante un público,
en un aquí y ahora, explica la importancia histórica del llamado modelo de las
tres unidades dramáticas.
Esta
caracterización se remonta a Aristóteles y consiste en una serie de normas muy
sencillas para evitar la dispersión del tiempo, el espacio y la acción. Los
hechos presentados en el drama solo pueden desarrollarse a lo largo de un día (unidad
de tiempo), en un mismo espacio (unidad de lugar) y no pueden
disgregarse en episodios secundarios (unidad de acción).
La
observación de las tres unidades dramáticas es una apuesta por la ilusión de
realismo, de verosimilitud.
La comedia del Siglo
de Oro no tuvo inconveniente en transgredir los preceptos dramáticos para
alcanzar mayor éxito de público. Los autores neoclásicos, en cambio, respetaron
escrupulosamente las tres unidades (El sí de las niñas, de
Moratín). El Romanticismo arrinconó nuevamente las reglas clásicas (Don Juan
Tenorio, de Zorrilla), y el siglo XX ha sido testigo de todo tipo de
actitudes.
(Los actos suelen dividirse
en escenas, que vienen marcadas por la entrada o salida de algún
personaje).
Los personajes
La condensación
característica del teatro impide profundizar en la psicología de todos los
personajes. Los secundarios del drama no suelen tener gran densidad, pues
apenas hay tiempo para caracterizarlos. A veces, incluso los protagonistas son
meros representantes de un modelo de comportamiento, un tipo
humano.
Si el personaje
no está individualizado, puede definirse como un carácter (por
ejemplo la mujer sabelotodo, presente en muchas comedias del siglo
XVII), como un rol o papel convencional (compañero de
protagonista) o como una función de la acción (portador de
noticias). En todos estos casos, el personaje carece de facetas individuales y
se comporta según lo que se espera del estereotipo que representa.
Para que la
construcción de los personajes sea verosímil, es preciso que exista el decoro,
de manera que la condición social de los personajes, su lenguaje y su carácter
resulten acordes y coherentes.
Entre los tipos más
característicos del teatro del Siglo de Oro se encuentran el galán y
la dama, el padre y el hermano de
la dama, guardianes de su reputación en los dramas de honor. Tanto o más
característicos que estos es el gracioso, de baja extracción
social, ingenioso, que crea un interesante contraste con la acción seria.
Hay otros tipos
menos importantes: el soldado fanfarrón, el criado traidor, el rey...
Desde el
Romanticismo hasta nuestros días, se ha considerado primordial ahondar en el
carácter de los personajes y presentar en escena a criaturas que evolucionan en
profundidad, como los personajes atormentados (teatro de Lorca).
3.3.- COMPONENTES
ESCÉNICOS
Los autores
dramáticos no suelen limitarse a escribir el texto que los actores deben
pronunciar. Por lo general añaden ciertas indicaciones sobre el modo en que
debería llevarse la obra a las tablas. Esas indicaciones, llamadas acotaciones,
contienen información sobre la entrada y salida de personajes, indumentaria,
acciones que realizan, etc.
Junto a
las acotaciones también facilitan información importante los apartes.
En
cuanto a la escenografía, cabe recordar que los elementos de decorado
utilizados en el teatro español han ido variando con el tiempo. En el siglo
XVII, el espacio de representación más habitual es el corral de
comedias, un teatro con una distribución escénica bastante sencilla: un
tablado donde interpretan los actores, dos puertas al fondo para las entradas y
salidas, y un piso superior con ventanas y un balcón.
La mayor
parte del presupuesto de las compañías teatrales se invertía en el vestuario.
En el
Romanticismo alcanzaron un enorme éxito las llamadas comedias de magia, que
versaban sobre historias fantásticas, a menudo inverosímiles; su popularidad
dependió en gran parte del uso y abuso de la escenografía y los efectos
visuales. El teatro moderno cuenta con los medios necesarios para realizar los
montajes más complejos. Hoy en día, el exceso o la ausencia de escenografía
dependen de las decisiones del director de escena antes que de
limitaciones técnicas.
3.4.- LOS SUBGÉNEROS
DRAMÁTICOS
Desde la
Antigüedad griega, los dos principales géneros teatrales han sido la tragedia y
la comedia, que se diferencian sobre todo por su final y por las
características de sus personajes.
La tragedia concluye
siempre con la muerte de uno o varios personajes. Los personajes trágicos no
son gente común, sino reyes, nobles o héroes: son seres superiores a
nosotros, pero no tan distintos como para que no sintamos simpatía por ellos y
lamentemos su triste final. Es habitual en las tragedias que el destino
(‘fatum’) desempeñe un papel destacado: los protagonistas tratan de luchar
contra la fatalidad que los persigue. Los máximos
representantes de la tragedia griega fueron Esquilo (La Orestíada),
Sófocles (Edipo rey) y Eurípides (Medea). De la tragedia romana,
Séneca (Edipo).
No abunda la
tragedia pura en el teatro clásico del Siglo de Oro; entre las más conocidas
destaca La Numancia, de Cervantes.
Cuando los
personajes son seres normales y no dioses o héroes, la obra suele recibir el
nombre genérico de drama (La casa de Bernarda Alba). El
DRAE define el drama como “obra de teatro o de cine en que prevalecen acciones
y situaciones tensas y pasiones conflictivas”.
La comedia representa
el polo opuesto a la tragedia: suele tener un comienzo conflictivo,
caracterizado por la aparición de un problema que se supera a lo largo de la
obra para alcanzar un final feliz. Los personajes de la comedia suelen ser
gente del pueblo, personajes cotidianos no muy distintos de nosotros. La
comedia busca nuestra complicidad a través de la risa. Una espléndida comedia
de Lope de Vega es El perro del hortelano.
Existe un tercer
subgénero, la tragicomedia, que se caracteriza por hallarse
a medio camino entre la comedia y la tragedia. Suelen ser tragicomedias
aquellas obras de final desafortunado en las que aparecen elementos cómicos y
personajes de distinta extracción social (La Celestina o Tragicomedia
de Calisto y Melibea, como la llamó Fernando de Rojas).
Junto a las
obras teatrales de gran extensión ha existido siempre un teatro menor, de corta
duración, cómico y a menudo costumbrista. Estas piezas breves solían
representarse en los entreactos de las comedias, como distracción para el
público que esperaba la reanudación de la obra principal.
Destacan:
-El paso, pieza
breve y cómica, popularizado por Lope de Rueda (Las aceitunas).
-El entremés, pieza
en un solo acto, cómica y con personajes populares, siempre magistral
en manos de Cervantes (El viejo celoso). Famosos son también los de los
hermanos Álvarez Quintero (Ganas de reñir).
-El sainete, obra
popular independiente, en uno o más actos, que alcanza sus mejores momentos con
Ramón de la Cruz (Manolo, tragedia para reír y sainete para llorar) y
Carlos Arniches (Don Quintín el amargao).
-El auto sacramental,
obra de tema religioso que cuenta con un solo acto en verso. Los personajes son
alegóricos (la Muerte, el Pobre, el Rico, la Hermosura, el Mundo...). Este género
vive su apogeo durante el siglo XVII, gracias, sobre todo, a Calderón de la
Barca (El gran teatro del mundo). Se solían representar durante el día
del Corpus. En el siglo XX algunos autores han escrito autos sacramentales
desacralizados, como Alberti (El hombre deshabitado) y Miguel Hernández
(Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras).
-La farsa, obra
cómica, breve, y sin otra finalidad que la de hacer reír. Suele tener un
marcado carácter satírico y se caracteriza por la exageración de las
situaciones (por ejemplo, La zapatera prodigiosa, de García Lorca).
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