NARRATIVA
HISPANOAMERICANA DEL SIGLO XX
Introducción
En los países hispanoamericanos,
el desarrollo de una narrativa propia fue más lento que el de la poesía, y de
hecho hasta los años 40 aproximadamente no se produjo una renovación
importante. Se suelen distinguir tres etapas principales:
1. HASTA
LOS AÑOS 40: el realismo, con acento americano. Se mantienen los
principios del realismo tradicional, heredero del s. XIX, con su atención a las
cuestiones sociales y psicológicas. Sus tramas se sitúan en una naturaleza
grandiosa, muy americana, que condiciona a los personajes. En función de los temas, se distinguen tres grupos:
– Novela
regionalista o de la tierra, donde la naturaleza se convierte en una
fuerza invencible que siempre impone sus leyes. Los
relatos se basan en la acción de la naturaleza sobre los hombres que la habitan.
Hay que recordar:
· Doña Bárbara (1929), de Rómulo Gallegos
(venezolano): novela de la selva de Venezuela.
· La vorágine (1924), de José
Eustasio Rivera (colombiano), novela de la selva amazónica.
· Don Segundo Sombra (1926), de
Ricardo Güiraldes, novela dela Pampa y del gaucho.
-Novela
indigenista, que denuncia la explotación del indio por parte de los
blancos y reivindica una identidad nacional y
cultural propias. Destacan entre otros:
· Raza de bronce (1919), del
boliviano Alcides Arguedas.
· Huasipungo (1934), del
ecuatoriano Jorge Icaza.
· El mundo es ancho y ajeno (1941), del
peruano Ciro Alegría.
-Novela
política, especialmente la centrada en la revolución
mexicana y el fracaso de sus ideales, como Los de abajo (1916)
de Mariano Azuela.
2. DESDE
LOS AÑOS 40 A LOS 60:
Entre
1945 y 1960 se observa en la narrativa hispanoamericana unas características
nuevas que la hacen diferente de la novela desarrollada hasta entonces.
Estos cambios se deben a una nueva concepción del mundo y de la vida
consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se
estaban produciendo en los diferentes países de Hispanoamérica. A
estas novedades se añaden las influencias de la narrativa europea y
norteamericana del momento.
Los cambios principales fueron:
- Se
abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la
denuncia explícita de problemas sociales, y surgen temas nuevos en
los que se integra lo urbano y los problemas del hombre
contemporáneo.
- Se
introduce en las novelas lo fantástico, lo onírico y lo irracional, dando
lugar a lo que se ha denominado realismo mágico o lo real
maravilloso.
- Formalmente,
se produce un gran cambio puesto que se abandona la estética realista
decimonónica y se adoptan las nuevas técnicas narrativas.
El
realismo mágico.
Esta corriente aparece a lo largo
de los años 40, y se la llama también de “lo real maravilloso”. Parte de la
peculiar realidad hispanoamericana, con una naturaleza de proporciones
desmesuradas, todavía no dominada por el racionalismo occidental. Se
caracteriza por combinar el realismo con elementos fantásticos o sobrenaturales
propios de esa realidad, así como por incluir ambientes urbanos, antes apenas tratados,
y dar cabida a problemas existenciales. Del mismo modo que hechos inverosímiles
son introducidos con naturalidad en lo cotidiano, algunos hechos verosímiles se
presentan como insólitos o increíbles.
Aparecen como constantes algunos
temas como la búsqueda de la identidad (individual y colectiva), la figura del
dictador o tirano (que ha marcado la historia del continente y que se suele
presentar con tintes ridículos), la concepción circular o cíclica del tiempo, o
la reflexión sobre la propia creación literaria.
En cuanto a la forma, estos
autores constituyen la primera generación que acomete la renovación formal del
género, en técnicas y en lenguaje. Cuatro grandes nombres son:
- Miguel Ángel Asturias (guatemalteco, 1899-1974)). Su novela más conocida es El señor presidente, una importante “novela de dictador”. Expresionista y barroca. El presidente adquiere rasgos demoníacos, en consonancia con el mundo en el que convergen la concepción cristiana y el universo mítico maya.
- Alejo Carpentier (cubano, 1904-1980). Se caracteriza por su riqueza lingüística. Los hechos históricos se presentan desde las vivencias de los individuos. Sus principales novelas se ambientan en las Antillas en los siglos XVIII y XIX, con la esclavitud como problema de fondo. En el prólogo de El reino de este mundo (1949), el autor explica su teoría sobre “lo real maravilloso”: el escritor no tiene necesidad de crear mundos mágicos, ya que la propia realidad hispanoamericana es mágica, maravillosa, llena de excesos y contrastes.
- Juan Rulfo (mexicano, 1918-1986). Su novela corta Pedro Páramo publicada en 1955, ofrece novedades técnicas como la estructura fragmentaria, desorden temporal, complejidad de planos narrativos e interrelación de historias. La narración gira alrededor de un personaje, Pedro Páramo, muerto ya en el tiempo del relato. Mediante la alternancia de planos narrativos se logra crear un mundo en que se confunden lo real y lo fantástico.
- Jorge Luis Borges (argentino, 1899-1986). Escribió cuentos, recogidos en volúmenes como Ficciones (1944) y El Aleph (1949).
Son ejercicios de imaginación que
plantean problemas metafísicos como la identidad, la eternidad y el infinito,
el mundo como laberinto o el tiempo como ilusión. Con frecuencia filtra la
ficción bajo una apariencia de ensayo, con un estilo frío y preciso pero
cargado de sugerencias.
3. LA
NUEVA NOVELA (A PARTIR DE LOS AÑOS SESENTA)
En los años sesenta, después de
las primeras aportaciones de Asturias, Carpentier y Rulfo, va a surgir una
promoción de novelistas que va a protagonizar un auténtico fenómeno literario y
editorial conocido como “boom” de la literatura hispanoamericana, basado en la
acentuación de los rasgos del realismo mágico como la ampliación hacia lo
urbano, la incidencia en los problemas existenciales y la integración de
fantasía y realidad y la experimentación en técnicas y lenguaje, inspirada en
los grandes innovadores de la narrativa universal del primer tercio del siglo
(Kafka, Proust, Joyce). Sin embargo, no olvidan temas tradicionales como el
mundo indígena, la figura del dictador o la identidad americana, pero les dan
un nuevo enfoque.
Surgió
ligado a un fenómeno extraliterario que facilitó que esta novela fuera conocida
en el exterior: el apoyo de las editoriales españolas, especialmente a
partir del éxito de La ciudad y los perros (1962)
de Mario Vargas Llosa.
En cuanto a los temas, aunque no resulta
sencillo sintetizarlos, destacan:
- · La crisis existencial del individuo. Son recurrentes los temas de la sexualidad, la muerte, la soledad y la incomunicación.
- · El dictador: la primera irrupción narrativa de esta figura de la historia hispanoamericana se produjo con Tirano Banderas de Valle-Inclán. Con posterioridad ha sido retratado en El señor Presidente de Asturias, El recurso del método de Carpentier, El otoño del patriarca de García Márquez, Yo, el supremo de Roa Bastos…
- · La historia de Hispanoamérica: la historia del continente ha sido pródiga en acontecimientos de sugerentes posibilidades narrativas. De esta manera han surgido numerosísimas novelas históricas de calidad excepcional: Las lanzas coloradas de Arturo Uslar-Pietri; El siglo de las luces de Carpentier; La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa; incluso Cien años de soledad de Gª Márquez puede integrase en este grupo.
Destacan los siguientes autores:
–Juan Carlos Onetti (uruguayo, 1909-1994).
Visión pesimista y desesperanzada de la vida, cercana al absurdo. En sus
novelas la historia se presenta desde perspectivas diferentes de cada
personaje. Su obra más conocida es El astillero.
–Ernesto Sábato (argentino, 1911). Su
novela se orienta hacia el drama psicológico. El individuo aparece en conflicto
constante con la sociedad sin valores. Destacan sus novelas El
túnel y Sobre héroes y tumbas.
–Julio Cortázar (argentino, 1914-1984). En
sus cuentos, tiene la habilidad de presentar aspectos de la realidad cotidiana
como nuevos y asombrosos. Entre sus novelas, destaca Rayuela (1963),
ambientada en París y Buenos Aires y protagonizada por Oliveira, un intelectual
pesimista y desorientado enamorado dela Maga, mujer imprevisible y llena de
imaginación con la que convive en París, y a la que echará de menos en Buenos
Aires. Los temas son la soledad, la búsqueda de la autenticidad, el juego como
forma de existencia más libre y la reflexión sobre la creación literaria.
Presenta una estructura inspirada en el juego infantil de la rayuela (en el que
se salta de casilla en casilla), de modo que permite dos lecturas: en orden
lineal y en el orden que se propone en un tablero, según una concepción libre y
lúdica de la literatura.
-Carlos Fuentes (mexicano, 1928). La
muerte de Artemio Cruz presenta una estructura fragmentaria y narra
desde diferentes perspectivas la vida de un poderoso cacique mexicano. El hecho
de que el relato se realice desde el punto final, el de la muerte del
protagonista, hace que el viaje retrospectivo termine en el punto en que había
comenzado, por lo que la organización es realmente circular.
-Mario Vargas Llosa (peruano, 1936). La
ciudad y los perros se desarrolla en el ambiente cerrado y opresivo de
un colegio militar en la ciudad de Lima. El lugar condiciona el comportamiento
de los personajes, que viven en un mundo cuyos límites son los muros del
colegio, donde no existe la individualidad. En este mundo donde hacerse hombre
significa la exaltación de la violencia y del machismo, los estudiantes sienten
el peso de la soledad viven en constante frustración.
-Gabriel García Márquez (colombiano, 1928). Su
novela más importante es Cien años de soledad (1967). Se ha
visto en ella una metáfora de la condición humana, con un fondo de pesimismo
existencial, una visión trágica y cerrada de la vida: circularidad del tiempo
en Macondo, determinismo que rige la vida de sus gentes, soledad, violencia, y
la maldición que pesa sobre la familia Buendía. Para otros, es una exploración
de la situación histórica de Hispanoamérica, y proponen una lectura
interpretativa que se centre en los elementos de denuncia social y política:
imperialismo económico y opresión de los pobres.
-Otros nombres que
se deben, al menos, mencionar, son José
Lezama Lima, Augusto Roa Bastos y
Guillermo Cabrera Infante.
4. LA
NARRATIVA HISPANOAMERICANA DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS
La sombra de los autores
del boom, algunos todavía en plena forma narrativa, ha
condicionado a las generaciones posteriores, que en muchos casos no han podido
sustraerse a su influencia (patente también, por cierto, en muchos novelistas
españoles de esos años). Entre los más próximos en edad y características
podemos citar al cubano Severo Sarduy, de estilo barroco; el
argentino Manuel Puig, irónico y sentimental, y al
peruano Alfredo Bryce Echenique, autor de Un mundo
para Julius (1970), corrosiva sátira de la alta sociedad peruana. En
una línea experimental destaca Fernando del Paso, mexicano,
autor de Palinuro de México (1977).
En cuanto a generaciones más
jóvenes, la estela del realismo mágico aún influyó en dos autores de gran
éxito: los chilenos Isabel Allende (La casa de los
espíritus, 1982) y Luis
Sepúlveda (Un viejo que leía novelas de amor, 1992).
Ya en los años noventa, se
consagran autores de tendencias variadas, como el argentino César
Aira (El congreso de literatura, 1997); el
colombiano Fernando Vallejo (La virgen de los
sicarios, 1998), quien muestra con toda crudeza la violencia del
narcotráfico en Colombia; y el argentino Rodrigo Fresán, influido
por el intelectualismo lúdico de Cortázar y por la cultura pop (La
velocidad de las cosas, 1998). Citamos, finalmente, al chileno Roberto
Bolaño, que causó gran impacto con Los detectives salvajes (1998)
y 2666 (2004); la primera reconstruye las andanzas de dos
escritores malditos que investigan sobre un autor vanguardista, mientras que la
segunda se centra en la violencia de México y, en particular, de Ciudad Juárez.
5. EL CUENTO HISPANOAMERICANO
Junto con la novela, el cuento ha
sido un género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica desde los años
cuarenta hasta la actualidad. Los narradores de los años cuarenta y cincuenta
han sido grandes cultivadores del cuento literario. Destaca la aportación
extraordinaria de JORGE LUIS BORGES
(Historia universal de la infamia,
Ficciones, El Aleph y El libro de arena). Asimismo, son importantes las
narraciones de JUAN RULFO (El llano en llamas, en los que retrata
la dureza de la vida rural mexicana en su primitivismo y su pobreza física y
moral), los relatos de Alejo Carpentier
(Guerra del tiempo, sobre la
imposibilidad de definir y dividir el tiempo) y Juan Carlos Onetti (Tiempo de
abrazar, Tan triste como ella y otros cuentos).
Por lo que respecta a los años
sesenta hasta la actualidad, los relatos cortos de los narradores del boom
hispanoamericano han pasado inadvertidos debido a la importancia de sus
novelas, como es el caso de García
Márquez (Relato de un náufrago, Doce
cuentos peregrinos) o Vargas Llosa
(Los jefes, Los cachorros).
Sin embargo, uno de los
principales renovadores del género es JULIO
CORTÁZAR, quien muestra en sus cuentos una realidad compleja (Bestiario, Las armas secretas, Historias de
Cronopios y de Famas, en los que revela el absurdo de lo cotidiano con gran
sentido del humor).
Mario Benedetti refleja en Montevideanos,
La muerta y otras sorpresas y Con y sin nostalgia la vida diaria y las circunstancias políticas
de su país desde una postura comprometida y cercana al lector gracias a la
utilización de un lenguaje sencillo y coloquial.
Otros narradores importantes son Augusto
Monterroso (La oveja negra y demás
fábulas, Movimiento perpetuo); Isabel
Allende (Los cuentos de Eva Luna);
Antonio Skármeta (El entusiasmo, Tiro libre).
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